Para la Exposición en Quart Galeria 1993


José Carlos Suárez


FRANCISCA MOMPÓ

Con el paso de los años la obra de Francisca Mompó se ha ¡do des¬prendiendo de elementos de variada procedencia, que intervenían rotundamente en su obra otorgándole a la composición un carácter marcadamente barroco, sin estridencias y dentro de una contención que no hacía sino presagiar el nuevo rumbo por el que discurrirían sus trabajos posteriores.

Últimamente sus cuadros tienden hacia una elegante economía de elementos que hace que, en muchos casos, se les pueda calificar de minimalistas. Pero a pesar de esa apariencia, una apreciación más detenida y pausada de su obra denota que sus preocupaciones se decantan hacia otras parcelas que vienen marcadas por cuestiones básicamente de tipo pictórico y en donde la alusión antes hecha al minimalismo debe ser entendida como purificación del proceso de trabajo.

Ese camino elegido, a pesar de no sustentarse en planteamientos teóri¬cos previos, está presidido por una idea central que se orienta hacia la reflexión en la pintura, y que se torna en una máxima metodológi¬ca: el reivindicar la necesidad de reflexión en el arte. Es un camino que podríamos llamar de ida y vuelta, con referencias hechas desde la propia pintura y con los elementos que le ofrece la propia pintura.

Así, la obra de Francisca Mompó, profundamente elaborada, mues¬tra conexiones con la vanguardia histórica del siglo XX, estando su apropiacionismo más cercano al modelo de Picasso que al de Duchamp. Su experiencia se plantea a partir del conocimiento, del poso dejado por la acumulación cultural, en un proceso que, median¬te la activación de su personal aparato selectivo, culmina en un pro¬ducto: el cuadro, el cual será una totalidad pero en la que existirán fases provisionales o etapas. De ahí la intensidad o el retomar una y otra vez el camino ya emprendido con anterioridad.

Siguiendo esa línea que podríamos definir como más pictórica, su proceso creador, partiendo de orígenes expresionistas, se ha decantado hacia el ámbito de la abstracción. Una abstracción no del tipo de la practicada por los abstractos geométricos clásicos con su reduc¬ción analítica de los objetos a un esquema estructural, sino que se encuentra más cercana al modelo de abstracción informalista, estan¬do más próximo a la tendencia de investigación matérica que a la de expresión gestual.

Este gusto por las cualidades matéricas, tal vez el sello más definitorio de su obra, la lleva a una elección muy concreta de los materiales, atendiendo a las propias características que estos le ofrecen y a los logros a conseguir de su utilización conjunta. Así, la gama de mate¬riales empleados está conformada tanto por los tradicionales óleo y encáustica, como por el alquitrán y las resinas, de aparición más reciente, aunque ya plenamente asumidos por la pintura moderna y utilizados como si se tratase de óleo.

Otro aspecto que no quisiera dejar pasar por alto y que hace referen¬cia a algo que ya viene siendo una característica de la pintura desde la década de los ochenta es la cada vez más difícil diferenciación, o tal vez habría que hablar de superación, de los límites entre abs¬tracción y figuración.

Ello obedece a la convivencia que en una obra fundamentalmente abstracta como es la de Francisca Mompó, se da con elementos, o tal vez sería más conveniente hablar de logros, procedentes de! Pop, como son la congelación e ironía con que dicho movimiento trata el gesto y la materia, así como la manipulación que hace de los tama¬ños. Unas referencias que evidentemente están más cerca de un Larry Rivers o un Richard Artschwager que de un Andy Warhol o un David Hockney por poner unos ejemplos. Lo que, lejos de ser una contradic¬ción, evidencia esa idea de reflexión en la pintura a la que ya antes hablamos aludido.