En fértil correspondencia a la amalgama de elementos, energías, y acciones que concurren en el ritual entre mágico, alquímico, y técnico de la pintura a la encáustica -práctica donde el pigmento y la cera confluyen en el soporte cual germen, ingrediente, y material, al unísono-, en la obra de Francisca Mompó el resultado del impulso vital en lo creativo se manifiesta en pinturas que actúan como escaparates o teatrillos de confabulaciones entre la percepción y la aprehensión, o fabulaciones cual prodigios escénicos plenos de referencias culturales, envites lúdicos, y asociaciones visuales y conceptuales.
De la experiencia del fluir de la conciencia, libre y vertiginoso discurrir de memorias y miradas traducido en la representación de reuniones objetuales subjetivas en una suerte de lírica de lo múltiple, de la amalgama referencial -lingüística o ¡cónica- tanto a la sociedad de consumo y la cultura de masas como a las rupturas de las vanguardias del arte europeo y a la tradición aborigen artesanal de África, y de la expresión de un paisaje personal que es constante relectura de sus propias fuentes, la autora teje una trama de guiños, pistas, y acertijos: una red de contenidos explícitos, sugeridos, o emboscados que se entrelazan y se yuxtaponen rivales o cómplices, en la mancha y la figuración, en la veladura y el grafismo, y en el gesto y la composición, influyéndose en la sutileza de la vecindad o hibridándose en el encuentro complementario, para proponer al espectador un viaje por los entreveros pictóricos y semánticos que si descubre el ojo en sus evidencias, redescubre la mirada en sus esencias.
Asociable a las voluntades comunicativas del género cartelístico merced al protagonismo clave de letras y textos, nombres y números, un dibujo escenográfico privilegiador de vacíos y conductor de miradas, y una organización geometrista que resalta la objetualidad del cuadro y su condición de soporte y emisor de mensajes -idea extremada en el recurso de la tridimensionalidad del bastidor y en la reiteración gráfica como acentuación del encuadre del espacio narrativo-, la obra pictórica que presentamos hace gala de un ahorro expresivo acertado -en un terreno proclive a los excesos- que bien conjuga diversas praxis estilísticas como aúna ideas relativas a la comunicación y al propio discurso del arte. Ello, en un registro que se significa en la heterogeneidad extendiéndose desde el autoreferencial y vehemente gesto del grafitti hasta el estudiado rigor de la tipografía publicitaria, desde la fascinación por el ilusionismo objetual de vocación escultórica hasta la creación de atmósferas, de concentrado cromatismo, ensimismadas por una pátina de tiempos.
Ya sea interpretadas como invitación dialéctica de argumento lúdico, o asumidas cual espectáculo escénico umbral de ensoñaciones, las encáusticas de Francisca Mompó destacan por la personal plasmación formal de un rico imaginario iconográfico -devenido del diálogo entre el conocimiento de materiales y conceptos, y los descubrimientos inherentes al proceso creativo y sus autonomías- cuya ficción se sostiene en el complejo equilibrio basculado por el poder alegórico de objetos y figuras, la exaltación semiótica del signo y del icono, la síntesis asociativa entre onirismo, transgresión y ley compositiva, y una aplicada, rectora, y meditada construcción de escenas que es justo contrapunto al espíritu aleatorio y libre que transmiten con generoso vitalismo.
Junio de 2001