Club Diario Levante / IVAJ - 1991
Texto: Joan A. Toledo


Francisca Mompó

La pintura es una magia, un rito, una liturgia, una historia que contar, una mimesis, una metáfora, un modo de ver, una constatación, un código, un lenguaje, una práctica.

No es un ente metafísico, sino una realidad física-incluso química-. Un objeto material, no sólo una idea. La idea existe, pero hay que verificarla, realizarla. Existe una dialéctica entre lo mental y la experiencia de manufacturarlo.

E. H. Gombrich dice que no hay una esencia de lo que es la pintura: lo que existe es una historia que han hecho los pintores con su obra.

A través de unos determinados materiales, lo que entendemos por “procedimientos pictóricos” –lástima que el oficio de pintar lo dominen más los pintores de paredes que los artistas titulados, y conozcan y dominen mejor las técnicas-,se realiza un trabajo.

Intelectual, naturalmente –Desde la Edad Moderna, a principios del Renacimiento, cuando la pintura pasa de ser un oficio vicario a ser consciente de sí misma, a reflexionar sobre ella como dicción independiente –lo especifico de la pintura-, pero también un trabajo manual.