LAS PROVINCIAS Sábado, 28 de septiembre - 1991
Texto: E. L.-Chavarri Andújar


Exposiciones de Francisca Mompó y Luis Fernández

En galería Fandos la obra de Francisca Mompó despliega un mundo eminentemente dramático que no es óbice para que las facturas sean incluso refinadas, y esto último pese a que los hilos y costurones que cosen o hieren pinturas y telas no parecen ser. de entrada, un material afecto al calificativo anterior. Por lo general estos cuadros, más bien de gran formato, - parecen evocar un tenebrismo desgarrado y que sin abdicar de viejas resonancias, también evidencian que nuestra pintora conoce y a veces hasta se adhiere a formas o lenguajes tan actuales como los de un Tapies o un Valdés.
Materias abundantes, combinadas, desde el óleo y la acuarela a la emulsión asfáltica y la encáustica, con la arpillera como bajo continuo, desfilan aquí, en Fandos, en unos cuadros que pese a aquella profusión matérica nunca resultan torpes ni farragosos. Y hasta en los momentos más trágicos siempre parece emerger o atisbarse una luz lejana que lucha contra negruras y sombras.
Algún verde en feliz maridaje morboso con alambres y escayola y algún rojo que se enriquece con plomo o caucho van configurando una colección dotada de una especial sugestión formal que indica que Francisca Mompó piensa bien sus cuadros, pese a la aparente espontaneidad de alguno más radiante en su propuesta cromática, como el tan rico en formulación y sugerencias titulado "Materia".

Si a ello añadimos las "cajas", otra propuesta de esta exposición de Fandos, con su descamada y descarada evidencia plástica, a un paso de la creación cerámica o del contrapunto terrible de antiguas imágenes ahora trasmutadas en un elegiaco devenir de pasadas grandezas (¿por qué viéndolas me acuerdo una y otra vez del otro Valdés ... ?), todo sumará un trabajo no por duro o incómodo menos tenso y con impacto y que se completa con un esmerado y cuidado catálogo.

En galería Adelantado la nueva obra de Luis Fernández retoma las fórmulas de su feliz colección del año pasado con giros, cadencias y recursos que completan un avance, es evidente, sin caer en complecencias manieristas. Fernández juega bien, con soltura y con una pizca de humor, con su dominio de la escayola y el esparto y materiales afines. Y es curioso que en este destruir la imagen de una figura o cosas, aflore de alguna manera la certeza y eficacia de quien es, como él, un excelente dibujante.
Pero conjugar y jugar bien con el yeso y el esparto podría, a la larga, cansar un tanto al espectador y el pintor, con habilidad y dotes narrativas, muestra ahora el haz y el envés, el "por delante y por detrás" escénico como desarrollo de un trabajo en que cuenta, claro, con el guiño cómplice del espectador. Huellas del tiempo y de las cosas, una postura de majeza bizarra, el espacio como amagar y no dar de vacíos y relieves, etc., indican la airosa complacencia de Fernández para dar pistas ... hasta llegar a la incorporación de nuevos elementos que indican una nueva vía.